—Suciedad —respondió Tordoff, pero evitó sus ojos cuando bajó la mano—. ¿Por qué no entras? Está empezando a hacer frío aquí.
—¿Por qué? ¿Tienes frío? ¿Miedo a enfermarte? —Lila aclaró su garganta para deshacerse del aire incómodo cuando le respondió casualmente.
—Por supuesto que no. Nosotros, los cambiaformas, podemos resistir incluso el peor clima sin enfermarnos —Tordoff se rió—. Pero tú te enfermarás si te quedas fuera mucho tiempo.
—Me alegra saber que tu especie tiene un cuerpo fuerte —Lila se burló y rodó los ojos dramáticamente, pero eso solo hizo que Tordoff se riera aún más fuerte.
—Vamos, te acompañaré de vuelta a tu habitación —Tordoff se levantó y extendió su mano para ayudar a Lila, la cual ella aceptó con gusto y ambos regresaron al castillo, hablando y riendo al escuchar los chistes malos del otro.