Serefina rodó los ojos.
—No te hagas el puritano. ¡Quítatelo! —le espetó a Kace cuando cruzó los brazos frente a su pecho cómicamente, como si protegiera su dignidad—. He visto a los tres desnudos.
—Pero, el cuerpo de Jedrek es lo único que imaginarás, ¿verdad? —dijo Kace en tono de broma.
—Habla así de nuevo y haré que tu herida parezca un rasguño comparado con lo que te haré —la voz de Serefina era muy calmada, pero no perdió su punto.
—Está bien, está bien. No hace falta que me amenaces así —Kace se quitó la camisa y se volteó para darle la espalda a Serefina.
Los ojos de la bruja se abrieron de par en par por la sorpresa. —Eres tan estúpido —dijo con pura irritación—. Si alguien como Maximus, que tiene un rango menor que el tuyo, pudo golpearte así, no sé cómo enfrentarás la próxima guerra.
—No hables de la guerra —los hombros de Kace se tensaron mientras dejaba salir un gruñido bajo y corto.