—¿Dónde están? —Raine se sintió presa del pánico y se mordió fuertemente el labio mientras intentaba entrever a Rafael o a Calleb, o incluso a los dos Alfas.
—Tenemos que encontrar el libro pronto —murmuró Aeon entre dientes—. O algo malo les sucederá a ellos.
Aeon conocía bien este lugar, por lo tanto, asumió que las otras personas habían visto cosas similares a las que Raine vio cuando se alejó del grupo.
—¿Dónde está el libro? —preguntó Raine agitadamente. Aun no habían encontrado a Torak y ahora, más personas estaban en peligro. Este tipo de situación amargaba el espíritu de Raine mientras la ansiedad se adentraba en su corazón.
—Vamos. Por aquí —Aeon agarró la muñeca de Raine y la tiró en la dirección hacia la cual se dirigían antes.
Esta habitación se estaba volviendo más fría porque el cuerpo de Aeon no podía proporcionar el calor como lo hacía el de Calleb.