—¡Por todo el aroma a menta que lleva encima! —gruñó Kaizan.
—¡Esto se puede arreglar! —murmuró Olivia echando la cabeza hacia atrás y ordenando a uno de los guardias que trajera un cubo de agua.
Los guardias entraron y, sin darle mucha importancia, ordenaron a un sirviente que buscara un cubo de agua. Cuando el guardia salió con él, Olivia le pidió que lo vertiera sobre Ara, y el guardia obedeció. Ara gritó cuando el agua helada le fue vertida encima.
—¡Ahhh! ¡Loco de mierda! —El agua se deslizó por su cuerpo, dejándola fría hasta los huesos. Temblaba como un chihuahua, con los dientes castañeteando como si fueran a caerse en cualquier momento. El agua se llevó el intenso aroma a menta de su cuerpo y su olor almizcleño original, mezclado con el del agua fría, se difundió por el aire, y también se mezclaba con el olor de Luke. Era evidente que Ara estaba embarazada y llevaba el hijo de Luke.