Tan pronto como Olivia y Kaizan salieron de la tienda real, al instante siguiente oyeron un silbido de aire. Al mirar atrás, vieron a Dmitri sosteniendo a su esposa en sus fuertes brazos musculosos y gruñendo cerca de su cuello sobre su marca. Al instante siguiente, una densa niebla los rodeó y ambos desaparecieron.
Kaizan sacudió la cabeza. —¡Este festival hace esto a la familia real cada vez! Los hombres no pueden contener sus emociones.
Olivia rió entre dientes. —Tienen esposas encantadoras. Me pregunto si las mujeres podrán controlarse. —Saludó con la mano a Íleo que caminaba delante de ellos a cierta distancia con el ala de su esposa enrollada alrededor de él—. Quiero decir, míralo. Es tan guapo. Y esos hombros musculosos y pecho ancho son para morirse.