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El día entero había sido emocionante. Olivia se relajaba más con cada hora. Íleo y Anastasia se aseguraban de que todos estuvieran juntos la mayor parte del tiempo, excepto cuando los lobos necesitaban a sus esposas para satisfacer sus voraces apetitos sexuales. Al final del día, Olivia y Kaizan estaban tan ebrios que Íleo tuvo que sostener a una Olivia risueña y a un Kaizan murmurante mientras que Anastasia creaba un portal para transportarlos de regreso a la mansión. La pareja estaba tan acabada que al desplomarse en su cama, arrastraron a Íleo con ellos en medio. Ambos tenían sus manos sobre él mientras sus cabezas se balanceaban sobre sus brazos, y a Anastasia le costó mucho trabajo desenredar a su esposo de ellos.
—¡Dioses, están completamente borrachos! —dijo Anastasia cuando Íleo finalmente logró salir de la cama.