—¡Madre, padre! —Estaba temblando de pies a cabeza mientras las lágrimas salían de sus ojos. Sencillamente, no podían detenerse. El hecho de que sus padres estuvieran allí para su boda, el peso de la situación, la estrelló como un tornado. Se lanzó a los brazos de su madre y Adriana la abrazó fuertemente. —Vinisteis... —Iona murmuró mientras apretaba su cara en el cuello de su madre—. Vinisteis... Pensé... Pensé... —No pudo pronunciar otra palabra ya que las emociones le ahogaron la garganta.
Sus padres estaban aquí. Estaban justo aquí. Habían venido a verla aquí.
Dmitri se acercó a las dos mujeres importantes en su vida y rodeó a ambas con sus brazos. —¿Cómo íbamos a perdernos la boda de nuestra hija? —dijo mientras dejaba un beso en la cabeza de Iona.
Íleo avanzó un paso para estar con ellos, pero Anastasia lo detuvo. —Deja que Iona esté con ellos. Necesita toda su atención. —E Íleo se detuvo en seco.