Anastasia reanudó el golpeteo en la mesa. —Así que quieres un trato con nosotros —comentó—, sabiendo perfectamente que es tu hijo quien necesita ayuda. Se inclinó hacia adelante. —Y sabiendo perfectamente que nos estamos quedando sin tiempo. Dejó escapar un gruñido bajo que la habría sorprendido en una situación normal, pero nada era normal aquí. —¿Y si realmente nos quedamos sin tiempo? ¿Crees que te voy a perdonar? Su amenaza fue tan fría y peligrosa que Siora se estremeció.
—Pues tienes que jurar a la Leyenda que me dejarás vivir —repitió Siora—. Y más vale que tomes la decisión lo antes posible. Se detuvo para girar su rostro hacia las ventanas a su izquierda. El susurro del viento era agudo contra la madera. Les recordaba el tiempo. Pasaba rápido.
Sin pensarlo, Anastasia dijo:
—Yo juro
—¡Espera! —interrumpió Iona.
Anastasia giró la cabeza hacia ella con completa confusión. ¿Por qué interrumpía un trato tan fantástico? Aunque Siora viviera, al menos Rolfe se salvaría.