```
—¡Eso es lo que voy a hacer cuando falles, amor! —dijo Íleo y comenzó a devorarla.
Anastasia no podía mover sus manos y piernas y la manera en que él la estaba succionando, la estaba volviendo loca. —¡Ah, ah, ah! —gemía. Quería enredar sus dedos en su cabello y presionar su cara allí. Pero no podía hacer nada. La frustración aumentaba, ya que quería más. Y él le dio más. La succionó hasta que ella volvió a tener un orgasmo. Y luego la succionó más, pasando sus colmillos por allí. —¡Tengo ganas de marcarte aquí! —siseó. —¡Esto es mío! —Dijo y lamió su orgasmo. No satisfecho, introdujo su lengua en su núcleo tanto como pudo para follársela con la lengua.
—¡No puedo! —ella movió la cabeza de un lado a otro sobre la almohada. Su cabello se esparcía alrededor. El sudor delineaba su piel. Él era implacable. Pensó que había tenido el orgasmo de su vida, pero estaba equivocada. La manera en que su lengua la golpeaba y lamía, solo la hacía enloquecer más. —¡Déjame!