Íleo se lanzó contra el cambiaformas serpiente y le cortó la cabeza desde atrás. Acto seguido, lanzó un hechizo para aturdir a los peces y aprovechando la oportunidad, Kaizan penetró la pared con un ataúd. En cuanto salió, se impulsó contra el agua, hacia arriba.
—¡Noooo! —gritó el líder y se lanzó hacia él al ver que la barrera había sido penetrada.
Pero Íleo estaba listo con su espada. Cuando el cambiaformas serpiente, de diez pies de largo, mitad humano y mitad serpiente, cargó con su gruesa cola ondeando detrás de él, los ojos de Íleo se enfocaron en sus colmillos al descubierto.