Anastasia cerró los ojos. Su espalda se arqueó y llegó al clímax con sus dedos. Cuando abrió los ojos, encontró su ardiente mirada recorriendo su cuerpo—sus mejillas rosadas y piel, sus pezones endurecidos y su cabello alborotado. Con sus labios relucientes e hinchados y ojos brillantes, se veía sexy como el infierno. Languidamente llevó sus brazos sobre su cabeza mientras él la observaba. Sus ojos se dirigieron hacia su erección y ella jadeó.
Húmeda en la abertura y piel estirada tensa, quería acariciarla y rodearla con sus labios. Él acariciaba su miembro muy arrogante y después siseó —Abre tus muslos de nuevo, Natya.
Para provocarlo, levantó su rodilla derecha y después lentamente levantó la izquierda. Una vez arriba, las dejó caer separadas.
—¡Oh joder! —él siseó mientras se acariciaba de nuevo—. Eres buena provocando, Natsya.