—Brantley Frazier, Rey de Aztec. Él es un jinete de dragones.
Su piel hormigueaba de emoción. —¿Hay dragones ahí afuera? —estaba llena de sorpresa mientras sus cejas se elevaban al techo.
Él se rió. —Solo dos que sepamos.
—¡Oh! ¡Me encantaría conocerlos!
—Puedo llevarte a conocerlos, pero ten en cuenta que son bastante temperamentales.
Pero Anastasia ya estaba pensando en cómo sería encontrarse con dragones. Había leído sobre ellos en los libros de la biblioteca. Se emocionó tanto que tomó una gran decisión al salir de Vilinski, pero un pensamiento cruzó por su mente y toda su emoción se desvaneció. Tenía que encontrar a Iona primero. Sus hombros se desplomaron. Y, ¿por qué sentía la atracción hacia la energía en el arroyo? Tomó una profunda respiración para filtrar ese sentimiento fuera de su corazón, pero el éter vibró en su pecho, anhelando salir.
Íleo la acercó más a él. —¿Estás bien?