—Después de que Ilyana tomara su poción herbal, se sintió eufórica. Era como si la sangre y la adrenalina se hubieran precipitado hacia su cerebro. Se sentía caliente, su piel estaba acalorada y el fuego en el hogar era como un horno para ella. Uno por uno, se quitó toda la ropa y se acostó desnuda en la cama, preguntándose por qué su cuerpo estaba tan sofocado. ¿Tenía fiebre? Descartó todas las sábanas que la cubrían y paseó desnuda por su habitación… En ese momento su deseo sexual parecía rugir con el más leve toque.