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—La explosión vino de la distancia —dijo Rolfe se tensó como el infierno—. Miró a su equipo y les pidió a todos que se mantuvieran bajos. Lentamente se escabulleron hacia las esquinas y se situaron cerca de la pared para estar a salvo en caso de que una explosión sucediera de este lado. Entrecerró los ojos para ver al último de los miembros de su equipo. Había pánico, desamparo y miedo en su comportamiento. Miró a Iona y negó con la cabeza. ¿Cómo pudo meterla en este lío? No logró protegerla. La había fallado.
—Iona colocó su palma en su mejilla y sus labios se curvaron en una sonrisa irónica mientras estiraba el cuello para mirar esos ojos verdes esmeralda —dijo—. No te sientas mal por ello, Rolfy. Te dije que estamos juntos en esto.