—El aliento de Íleo se interrumpió —La miró a través de su velo y su mirada se fijó en sus labios rosados que temblaban. Íleo levantó lentamente el velo de su esposa. Le sostuvo las mejillas con sus manos y se inclinó para besar los labios que habían atormentado sus sueños desde el primer día que la vio. Millones de pensamientos amorosos que contenían la dulzura de su pasión se vertieron en el beso que presionó sobre sus labios. Anastasia abrió la boca para él y Íleo se sumergió en su casa.
Anastasia era su novia ahora y no había ley en el mundo que pudiera anular su matrimonio a menos que uno de ellos lo deseara, y esa posibilidad estaba fuera de la pregunta.
Gimió en su garganta, sintiendo como si el propósito de su vida estuviera cumplido. No quería nada más que la mujer que tenía delante. Cuando se apartó de ella, susurró:
—Te amo, ahora y siempre.
—Los labios de Anastasia se curvaron hacia arriba mientras miraba en sus ojos cálidos.
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