—Ella sabía a miel, y su aliento revoloteaba en su piel como las alas de una mariposa de verano.
—Suhle lo liberó de los cueros y la brisa fría golpeó su piel, pero apenas lo notó mientras sus manos rodeaban sus caderas, deslizándose hacia abajo para sostener su trasero, empujando los cueros delante de ellos hasta que cayeron por sus piernas y él pudo salir de ellos, pateándolos sin romper el beso.
—Suhle —le enviaba él, sosteniendo su rostro y atrayéndola hacia sí.
—Retrocede —le respondió ella.
—Lerrin la soltó inmediatamente, su corazón retumbando. "Lo siento mucho, no quería
—No, Lerrin—rió ella—. "Quería decir, retrocede hacia la cubeta. Para poder bañarte."
—Él parpadeó, luego giró su cabeza para ver esa depresión en la tierra a solo unos pasos de distancia.
—Y cuando caminó hacia ella, notando el refugio que las rocas proporcionaban del viento, luego giró, Suhle se acercaba hacia él con dos de los odres de agua en su mano, y una barra de jabón.