RETH
Por un momento solo le acarició el cabello y la miró a los ojos. Ella había girado su cabeza para enfrentarlo, sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas. Pero se despejaron cuando ella lo alcanzó, su mano, débil y temblorosa, se enrolló en su pecho.
—Siempre tan fuerte —susurró ella—, porque al final ella era la más valiente de los dos.
Reth puso su mano en su rostro e intentó memorizar la suavidad de su piel, la forma particular en que su mandíbula encajaba en el talón de su palma.
—Estaba a punto de decir lo mismo —murmuró él.