—Buenos días, amor —susurró en su oído.
—¿Ya es hora? ¿Tan pronto? No quería dormir, lo siento tanto, Reth —dijo ella.
—No, amor, shh, yo también dormí. Lo necesitábamos. Solo que…
—Sí. Yo también.
Ella abrazó su brazo y subió su mano para dejar un beso en su palma. Luego se giró, enterrando su rostro en su cuello y rodeándolo con sus brazos. Ninguno de los dos habló. Pero él la sostuvo tan fuerte que se preguntó si la estaba sofocando. Pero ella lo sostenía igual de fuerte.
—¿Cuánto tiempo nos queda? —preguntó ella con una voz pequeña, directamente contra su piel.
—Solo unos minutos —dijo él con brusquedad.
Imposiblemente, ella lo apretó más fuerte. Sintió algo húmedo y frío en su hombro, pero ella no se movió ni hizo ningún ruido. Él acarició su pelo y su espalda y simplemente la sostuvo. No había nada más que pudiera hacer.
*****
Veinte minutos más tarde, ambos estaban vestidos y su bolsa yacía ominosamente al lado de la puerta.