Bajo la noche estrellada, se podía escuchar el sonido melodioso de la flauta.
Cuando Regan escuchó el aleteo de alas, abrió los ojos de inmediato y dejó de tocar la flauta.
Vió cómo Lavo volaba hacia él y aterrizaba dentro de su balcón. Acercándose a la enorme criatura, le acarició las alas.
Sorprendentemente, incluso los ojos de Lavo carecían de su brillo habitual e indiferencia. Estaban opacos, igual que los de Regan, y se podía ver un rastro de ira en ellos.
—Lavo…
La voz de Regan era ligeramente ronca y detrás de su máscara, había un brillo de humedad en sus ojos rojos mientras susurraba el nombre de su mascota.
Reveló su vulnerabilidad delante de Lavo sin temor y dijo
—Necesita un doctor, Lavo. Está herida... sangrando.
Lavo gruñó suavemente en respuesta. Dio un paso hacia adelante mientras sus alas envolvían el cuerpo de Regan. No podía hablar el lenguaje humano pero intentaba consolar a su amo a su propia manera.