```
—Había una similitud —se preguntó de repente Evelyn mientras miraba a Arturo—, y, aun así, una gran diferencia en la intensidad de los ojos de Arturo y de Regan.
Los ojos de Arturo la hacían sentir miedo, le daban ganas de correr lejos de él, la hacían sentir tan sofocada que le resultaba difícil respirar.
Por otro lado, cuando Regan la miraba con la misma intensidad, Evelyn se encontraba perdida en esa intensidad. Siempre se quedaba sin aliento, pero no deseaba apartar la mirada, sentía que era lo más preciado para el dueño de esos ojos... aunque la verdad fuera otra.
Pero eran como un bálsamo calmante para los sufrimientos de su pasado.
Evelyn salió de su trance cuando Regan apretó su brazo suavemente a través del cual ella sostenía su brazo. Inmediatamente apartó la mirada de él.
De nuevo, un tipo de dolor de cabeza se formó de repente tan pronto como desvió la mirada de él, pero afortunadamente, fue solo momentáneo.
—¿Estás bien? —preguntó Regan.