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Rex no estaba de acuerdo con lo que Regan pensaba, pero Regan quería confirmarlo. Tenía una fuerte corazonada de que el testamento de Evelyn de dejar Mazic estaba involucrado con la aparición de este hombre.
Porque nada que pudiera causar ese cambio repentino en ella había pasado en los últimos días.
En ese momento, él estaba parado afuera de la habitación de Evelyn.
Las puertas estaban cerradas y Regan no podía encontrar el valor para abrirlas. Temía que si entraba y hablaba con ella, entonces ella hablaría nuevamente de irse.
Le había dicho que ahora tenía su propio libre albedrío. Podía hacer lo que quisiera. Pero ahora, era él quien la detenía y la hacía darse cuenta de que, incluso si no tuviera esa banda negra en su muñeca, las monedas con las que la había comprado eran una deuda para ella.
Aunque se sentía culpable, Regan no lo lamentaba.