Draven intentó no sonreír, pero la burla en sus ojos no se podía ocultar. —¿Algo malo con mis intenciones?
—No, la que está equivocada soy yo —dijo ella sarcásticamente y tomó la ropa de él—. Puedes darte la vuelta.
—Podrías necesitar mi ayuda —contratacó él, sus maliciosas intenciones claras en sus ojos.
—Cállate, sé cómo ponérmelas —ella lo hizo dar vuelta con fuerza—. Te he ayudado antes, si es que lo has olvidado.
—Entonces te haré ayudarme a menudo —dijo él, pero obedeció sus deseos. Poco después, oyó el sonido de la tela cayendo al suelo. Detrás de él, su compañera estaba completamente desnuda, pero él tenía que seguir de pie con la espalda hacia ella de esa manera.
—No tienes que ser tan tímida, sabes. Te he visto toda. Simplemente podrías dejarme ayudarte —dijo él después de un rato, intentando su suerte.
—Puedo ayudarme mejor yo misma —respondió ella mientras se ponía su camisa grande, pero no pasaron ni tres segundos cuando él pudo oírla murmurar: