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—¡No es como si alguien fuera a pedir mi cadáver o pudieras decirles que me escapé!
—Mmm, la idea es buena. ¡Lo pensaré! —asintió con la cabeza y miró hacia otro lado.
Evan tomó un respiro de alivio al saber que todavía había esperanza de que algún día obtendría su libertad. Ya que él no había rechazado la idea de inmediato, quizás podría convencerlo a largo plazo.
O él la dejaría ir si encontrara a una amante a quien quisiera hacer su esposa legal. Sintió un pinchazo de dolor cuando el pensamiento cruzó su corazón, pero sacudió la cabeza e inmediatamente dejó ir ese pensamiento.
¡Él no es un humano del que ella pudiera enamorarse! El resto del viaje transcurrió en silencio, con ambos perdidos en sus propios pensamientos.
¡Hazel ya había comenzado a soñar con su vida en el campo! Rafael seguía confundido sobre por qué no la había matado.