—¡Entonces vete y llévatelo! ¡De todos modos no me interesa recolectar basura! —Rafael, que acababa de dar unos pasos fuera de la habitación, se detuvo en seco al escuchar las palabras arrogantes y desdeñosas de Hazel.
—¡De todos modos no estoy recolectando basura! ¡él también había escuchado esa frase antes! Sus ojos brillaron con un oscuro rayo de luz y durante mucho tiempo no pudo moverse de su sitio, como si estuviera congelado allí.
—¿Qué acabas de decir? ¿Cómo puedes insultar a mi señor de esa manera? —La voz alta que solo podría corresponder a una banshee llenó la habitación cuando Natalie gritó a Hazel, quien se cubrió las orejas frunciendo la nariz.
—¿Por qué gritas? ¿No tenías prisa por llamar su atención? Ya que se ha ido, ¿por qué sigues aquí parada? ¡Vete! ¡Fuera... fuera... —los ojos de la chica se agrandaron al ver a Hazel agitando las manos mientras la echaba como si fuera un perro que había entrado descaradamente y su cara se puso roja.