—Rafael... —lo llamó suavemente, como si no estuviera segura de cuánta fuerza podía usar, pero el hombre estaba más allá de poder escuchar. Parecía sin alma. Como si no pudiera sentir una palabra, como si no pudiera verla, oírla o siquiera saber que era ella.
Todo lo que sabía era... Había una persona en la habitación y estaba destinada a ser asesinada.
Él jalo el gatillo cuando ella saltó de su sitio intentando desesperadamente salvarse después de estar exhausta todo el tiempo, todo lo que quería era su abrazo y palabras de consuelo.
—Rafael, vuelve en ti. Soy yo, Hazel —le gritó con toda su fuerza pero él no parecía poder escucharlo.
La atacó nuevamente cuando ella se dio cuenta de que sus ojos estaban completamente negros en lugar de rojo intenso lo que la confundió.