Pero lo que la sorprendió fue la cara del joven. Aunque había cambiado mucho, todavía podía encontrar su asombroso parecido con…
—¡Lucio! —susurró con un jadeo cuando el hombre sonrió y pronto, su rostro empezó a cambiar.
La carne empezó a tener piel y pronto se transformó en el rostro de Lucio que ella conocía.
—¿Finalmente te acordaste de mí? —su tono seguía siendo acusador, pero su cara se suavizó cuando la miró.
—¿Qué le pasó a tu cara? —no pudo evitar tocarla cuando él sujetó sus manos firmemente y la detuvo.
—Cuando vine a salvarte, tu amante vampiro quemó a todos sin importarle si la bruja era amiga o enemiga. Le pedí que se detuviera pero solo me empujó más hacia el fuego. Mis poderes no funcionaban por culpa de su amuleto y solo pude salir una vez que me dejó ir. Para entonces era demasiado tarde.
Después intenté varios hechizos, pero el daño ya estaba hecho. Desde entonces he estado usando hechizos temporales para esconder mi cara quemada de todos.