—Entonces estoy esperando ser quemado —dijo él con una sonrisa mientras sus manos alcanzaban sus vestidos.
Sus ojos brillaban con las llamas ardientes del fuego. Había más que odio en ellos, el deseo de sus ojos se reflejaba en ellos y también el deseo de quemar al hombre.
Tocó sus clavículas con una mirada llena de lujuria y deseo cuando ella seguía mirando sus ojos hipnotizadores.
Sus manos se movían lentamente sobre su cuerpo como si la desafiara a detenerlo. Pero ella no lo hizo.
Cuando tocó el cierre de su vestido, ella tomó su botón como si estuviera lista para igualar su ritmo, fuera el que fuera.
Él sostuvo su cuello como si le diera su última advertencia cuando ella lo acercó y lo besó con fuerza.
Su lengua fue directa a su boca y empezó a explorarla. Él se quedó atónito por un segundo, pero cuando vio la mirada provocadora en sus ojos, una extraña emoción llenó su corazón y la besó con la misma intensidad.