—¡Eso es lo que se necesita para ser un gobernante! —Las palabras eran como abejas que les picaban donde más les dolía.
Miraban fijamente a los miembros del consejo y luego a Rafael, quien estaba sentado despreocupadamente con un vaso en sus manos.
Su cuerpo lánguido y movimiento desinteresado eran como látigos que lastimaban su alma.
—Pero... ella... No tiene ningún conocimiento político. ¿Y si solo fuera una marioneta en manos de otros? —preguntó el duque mientras devolvía la mirada a Rafael, quien tenía una pequeña sonrisa en su rostro.
Él se veía divertido por su proceso de pensamiento, lo que solo enfureció más al duque y a sus miembros.