—¿Por qué en el mundo aceptaste esa oferta? —no pudo evitar elevar su voz.
Ahora que ella aceptó la oferta del demonio, él no solo la dejó ir sino que incluso les ayudó dándoles un caballo para partir.
Y Rafael podía ver que no era un caballo ordinario con sus ojos oscuros y tal envergadura. El caballo sería del mismo tamaño que Hazel, quien estaba en sus brazos mientras él montaba al caballo.
El caballo era tan lento, sin embargo, cruzaban la distancia con mucha velocidad. Debía ser debido a sus largas piernas y grandes zancadas.
En otro momento, habría estado feliz de conseguir un caballo tan fuerte, pero ahora... Tomó otro suspiro frustrado cuando Hazel negó con la cabeza.
—¿Por qué estás pensando demasiado? ¡No estarás vivo cuando yo me vaya! —él levantó una ceja ante sus palabras mientras su cuerpo se tensaba.
—¿En serio? ¿Es así como intentas consolarme? —las palabras salieron a través de dientes apretados.