—Debería ser yo quien se disculpe, maestro —dijo Hazel mirando a la figura con la boca abierta. La oscura figura ya no estaba, en su lugar se encontraba un niño pequeño de cinco o seis años.
Pero eso no fue lo único que la sorprendió. Lo que la sorprendió fue...
El niño pequeño tenía cabello plateado justo como ella, con ojos oscuros que ella tenía cuando usaba magia. Para su alivio, todavía tenía una pupila y esclerótica claras, pero no importa cómo lo mirara, su rostro claro, rostro pequeño y aspecto joven eran simplemente su réplica.
Se parecía tanto a su aspecto infantil. Si no supiera mejor, habría pensado que era su hijo.
El niño sonrió como si pudiera ver la sorpresa en sus ojos.
—¿Por qué? ¿No parecía una hermosa señora? —preguntó con una risa que la hizo parpadear de nuevo.
—¿Qué... qué eres tú? —ella había hecho la pregunta antes también, pero no había logrado entender su respuesta esa vez, pero ahora... Él parecía justo como un humano y hablaba su idioma también.