Miró al cielo que se tornaba carmesí. El ligero calor que aún quedaba estaba también cubierto por los fuertes vientos que soplaba. Como si estuvieran cantando una canción para calmar su corazón enfurecido.
—¿Por qué siente que lloverá esta noche? —Ahora todo lo que quería era terminar esta caza lo antes posible y volver al palacio a descansar.
Tenía que admitir que el caballo que Rafael había elegido para ella era el mejor. Se estaba imponiendo fácilmente sobre los demás caballos, y en tan solo unos minutos era ella quien iba más rápido.
Ahora solo tenía que indicarle la dirección del camino. Era lo suficientemente inteligente para controlar esa velocidad y no necesitaba tirar de las riendas una y otra vez para forzarlo a correr más rápido.
Esto iba a ser más fácil de lo que había pensado. Mantenía sus ojos y oídos abiertos, pues estos bosques le eran desconocidos. Hazel tiró de las riendas de su caballo para detenerlo después de montar por mucho tiempo.