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Las perfectas cejas de Hazel se elevaron en diversión cuando notó que la chica sonreía como una tonta.
—¡Usted fue quien adulteró mi bebida, no ese niño! —así que, ella tenía razón, el chico estaba diciendo la verdad.
—¡Un niño! Él cumplirá 150 años este mes, y usted sólo tiene veinte, con cara y huesos. ¡Me pregunto quién será el niño aquí! —se rió la chica, pero sus ojos se llenaron de ira. Dio un paso atrás en arrogancia, como si tuviera a Hazel bajo su control.
—Adulteré tu bebida, pero no era veneno. Solo una manera de hacer tu vida más excéntrica, ya que parecías bastante desolada allí. Y te mantendría alejada de las tonterías que planeas hacer para que no te agotes sin razón. ¿Acaso no soy considerada, mi reina? —preguntó la chica con una risa burlona, pero Hazel asintió con la cabeza sinceramente.