—Así que, ambos salgan de la habitación. —El sonido de sus gritos resonó en la habitación, sorprendiendo a Rafael quien había pensado que todos los humanos le temen.
Él miró al médico detenidamente con una mirada de sospecha en sus ojos. Era demasiado viejo para ser tan fuerte.
Pero Anne simplemente lo ignoró. No había forma de que él supiera que ella era una bruja.
Ella caminó hacia la cama de Hazel y se sentó en ella mientras tomaba su pulso.
—¿No dije que salieran de la habitación? ¿O quieren que le levante el vestido delante de ustedes? —Su voz firme sorprendió a ambos hombres, pero pronto Rafael entendió el significado de sus palabras y su rostro se oscureció.
—¿Qué quieres decir con levantarle el vestido? Debes verificar cómo está o salir de la habitación. ¡No dejaré que ningún hombre la vea de esa manera! —su deseo de matar se podía sentir de lejos cuando Anne se dio cuenta de que se había metido en más de lo que podía manejar.