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Ella disparó a otro hombre que estaba más cerca de Luciano pero más lejos de ella. Sus ojos estaban decididos a derribarlos a todos y gracias al entrenamiento infernal que Damien le había dado, no falló ni un solo tiro.
—¡Qué feliz hubiera estado si la hubiera escuchado pronunciar su nombre correctamente! ¡Genial! Ahora lo extraño cuando tantos hombres están listos para atacarme —murmuró en su cabeza mientras tomaba otro objetivo, pero esta vez no era simple.
Todos ellos ya habían comenzado a caminar hacia el árbol con la intención de matarla. Ella podía sentir que su sed de sangre había aumentado y pronto perdería la vida.
Hizo lo mejor que pudo para concentrarse y una vez más disparó al que estaba diciendo tonterías al principio y la miraba con ojos lujuriosos.
Esta vez, el disparo falló y en lugar de golpear sus partes vitales, el arma le golpeó el abdomen lateral, sin embargo la sangre comenzó a fluir rápidamente tiñendo su camisa de rojo y él la miró con ira.
