Emmelyn pasó una semana de relax en Castilse. La mimaron y trataron como a una reina y eso la hizo sentirse un poco mal. Se sintió como una aprovechada que estaba chupando de los recursos de Maxim.
—Deja de pensar así —Kira negó con la cabeza.
Estaba disfrutando de frutas cortadas servidas por las criadas en una bandeja de plata. Ella y Emmelyn estaban sentadas plácidamente en un gran balcón fuera de la cámara de Emmelyn. La vista desde este balcón era tan hermosa.
Podían ver el lago en medio del recinto del palacio con tantos cisnes nadando tranquilamente. Varios árboles de jacaranda con flores en plena floración eran mecidos por la suave brisa y enviaban una ligera lluvia de pétalos de flores en su dirección. Era dicha pura.
—¿Eh? —Emmelyn miró a Kira—. Me siento así. Cuando lo conocí, no sabía que fuera TAN rico y poderoso. Ahora que estoy en mi punto más bajo, estoy aprovechando su bondad sin contribuir en nada.
