—¿Algo? —Los ojos de Maxim brillaron de emoción. Él le dio una palmada en la espalda a Emmelyn y dijo:
— Ten cuidado con tus palabras. No prometas algo a otras personas tan fácilmente. ¿Y si se aprovechan de ti?
—¿Te aprovecharías de mí, Max? —Emmelyn miró profundamente a Maxim y respondió.
El hombre se quedó en silencio. La miró y vio en ella una confianza tan profunda, que se sentiría avergonzado si la traicionara y se aprovechara de su situación para obtener su propio beneficio.
—No. Nunca me aprovecharía de ti —él pronunció sus palabras como un voto sincero.
—Sé que puedo confiar en ti. Por eso me siento lo suficientemente cómoda como para concederte lo que me pidas a cambio de ayudarme tanto —explicó Emmelyn—. Creo que es justo.
—De acuerdo, si así lo piensas —Maxim sonrió con seguridad—. Entonces, pensaré cuidadosamente en lo que quiero de ti; no es que haga cosas por ti porque quiera algo a cambio.