—Entiendo —asintió Maxim satisfecho. Podía aceptar que Edgar fuera amigo de Emmelyn, aunque le molestaba un poco que ella tuviera otro amigo hombre.
Sin embargo, sabiendo que ella quería enviar a Edgar tan lejos, de vuelta a Draec, estaba más que feliz de encontrar al hombre.
—¿Puedes hacerlo? —Emmelyn preguntó a Maxim con sus grandes ojos—. Necesito encontrarlo tan pronto como lleguemos a Castilse.
—Por supuesto. Déjamelo a mí.
—Por favor, no le hagas daño. Es un amigo, un buen amigo. Solo quiero hablar con él y darle esta bufanda —Emmelyn dijo de nuevo.
—¿Eh? ¿Por qué le haría daño? Él es tu amigo —Maxim frunció el ceño.
—No, me refiero a que, si envías gente a buscarlo, por favor habla con él amablemente. No lo obligues a venir. Es un hombre fuerte y podría no tomarlo bien ser convocado por extraños —explicó Emmelyn—. Por favor, trátalo bien.