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Emmelyn carraspeó y asintió. —De acuerdo. Vamos a montar el dragón. Quiero ver esto hasta el final inmediatamente.
—Renwyck, déjame subir con Emmelyn y te esperaremos frente al castillo. Luego enviaré a Aslain para que vuelva y te recoja con Lisandro —le dijo Maxim a su mago.
—Está bien, Su Majestad —dijo Renwyck. Se giró hacia su dragón, que estaba lamiendo sus garras despreocupadamente, y le habló en una lengua extranjera. Las orejas de Aslain se levantaron y él se volvió hacia Maxim. El rey le sonrió y se acercó para acariciar la majestuosa espalda del animal.
—Buen chico —dijo.
Aslain bajó su espalda completamente y Maxim hizo señas a Emmelyn para que subiera al lomo del dragón. Emmelyn lo hizo vacilante.
No era tan valiente como en el pasado porque ahora solo quería mantenerse con vida por Harlow y tenía miedo de correr riesgos innecesarios.