—¿Por qué te estás poniendo esa horrible marca de nacimiento otra vez? —preguntó Kira a Emmelyn cuando la vio bajar del segundo piso con su bolsa.
Se dio cuenta de que Emmelyn ya no se ponía el carbón en la cara en los últimos tres días. Entonces, ¿por qué lo volvió a poner?
¿Había sucedido algo de lo que Kira no sabía?
Kira frunció el ceño, tratando de recordar si algo inusual había sucedido entre ayer y hoy.
Hm... nada demasiado inusual, pensó. Ellos solo hablaron con un grupo de caballeros de alquiler. Esos tipos buscaban a una mujer. ¿Y qué?
—Solo olvidé ponérmelo estos últimos días —dijo Emmelyn, lista con su excusa—. Me siento más segura si la gente piensa que soy fea.
—Esa es una lógica extraña —dijo Kira—. A nadie le molestan los hombres, sean feos o no. Además, estás subestimando mis habilidades con la espada si te asusta que la gente se atreva a molestar a mi compañera de viaje.