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Todo era un borrón. Emmelyn sentía que oía voces, pero todas estaban lejanas. Alguien dijo —Toma una respiración profunda— y otra dijo —Empuja.
Y así... Emmelyn tomó una respiración muy, muy profunda y llenó sus pulmones de aire, luego exhaló mientras empujaba con todas sus fuerzas.
El proceso se repitió varias veces hasta que de repente todo se quedó en silencio.
No, en realidad no se quedó en silencio, pero de alguna manera todos los sonidos a su alrededor ya no importaban, cuando otra voz distintiva resonó y atravesó el aire.
El llanto de un bebé.
Justo en ese instante, Emmelyn sintió un alivio indescriptible. Todo el dolor había desaparecido y solo sentía calma.
Era como el cielo después de haber sido torturada en el infierno durante más de 20 horas.
—¡Es una niña! —exclamó Lily.
Emmelyn finalmente volvió a la tierra cuando escuchó la exclamación de Lily. Abrió los ojos de par en par y miró a Lily. Quería asegurarse de no haber oído mal.