—Hijo —finalmente habló el rey. Su voz sonaba compasiva hacia la situación de su hijo. Marte tenía razón. El rey entendía cómo se sentía estar joven y enamorado, como él ahora.
—No tengo nada en contra de esa mujer —continuó el Rey Jared—. Sin embargo, como tu padre y el rey de este país, es mi responsabilidad recordarte que tu lealtad siempre debe ser para con nuestra familia y nuestro reino. Es lo primero y principal.
—Las mujeres vienen y van, pero la familia es para siempre. Espero que nunca lo olvides. —El rey entonces suspiró. Parecía un padre preocupado por su hijo y ya no ese feroz rey que mataría a cualquiera que ofendiera a su familia.
Después de todo, él era el padre de Marte. Y ahora mismo, estaban teniendo una conversación de padre e hijo.
—Te quiero, hijo, y quiero lo mejor para ti. Espero que entiendas eso. —El rey habló de nuevo.