Poco después, Gewen y su familia, seguidos por Edgar y su familia, y varios otros miembros de la alta nobleza, llegaron y se sentaron en las mesas de honor, alrededor de la mesa del rey.
Las chicas Athibaud estaban especialmente vestidas con bonitos vestidos, acompañando a su guapo hermano mayor. De alguna manera, Emmelyn se sintió molesta cuando se dio cuenta de que las chicas a menudo robaban miradas al príncipe heredero y se reían entre dientes.
—No dejan de mirarte —le susurró a Marte con los labios apretados—. No eran así de coquetas en el último baile real. ¿Están tratando de arrebatártelo ahora que ya no estás maldito?
—Eh... espera, ¿qué? —Marte, que estaba disfrutando de la actuación de la cantante de ópera, parpadeó y se volvió hacia Emmelyn, quien lo miraba con una mirada asesina. El hombre dirigió la vista hacia las hermanas Athibaud y frunció el ceño—. ¿Estás hablando de Ilma y Lorian?
—Oh, así que sabes sus nombres —Emmelyn cruzó los brazos sobre su pecho.
