—Solo sería justo si tú también me lavaras —dijo Marte con una sonrisa burlona.
Emmelyn rodó los ojos y resopló. —Perverso...
Marte simplemente sonrió ante la reacción de Emmelyn. Alzó su mano y señaló la esponja limpiadora de lana trenzada en la mano de Emmelyn. —Vamos, apúrate y lávame. Voy a encoger si nos quedamos demasiado tiempo en remojo. Me has hecho perder mucho tiempo.
—Ugh... tú!
A regañadientes, Emmelyn frotó la esponja en su mano sobre el cuerpo de Marte, comenzando por sus manos, subiendo por sus brazos, hombros, cuello, bajando a su pecho ... estómago... y luego...
—¿Ahí también? —preguntó la chica con voz titubeante—. Marte asintió.
—Ahí también —confirmó.
Él cerró los ojos y esperó a que Emmelyn frotara su miembro viril para 'lavarlo'.
Emmelyn sacudió la cabeza incrédula, pero aún así hizo su 'trabajo' de lavar al príncipe, porque antes ese hombre le había lavado el pelo. Como él dijo, es lo justo.