Los ojos de Wen Sying se tornaron horrorizados mientras su mirada se dirigía hacia la puerta de donde venía la voz. —W – Wenting, no es lo que crees. Déjame explicarlo, yo… —Le faltaban las palabras, ya no sabía qué excusa podría inventar en ese momento. No tenía ninguna preparada y ninguna de sus ideas le parecía fiable.
—Wenting, yo… yo… —Intentó empezar de nuevo, pero el resultado fue el mismo. Parecía que estaba titubeando por culpa cuando en realidad no encontraba las palabras adecuadas para reaccionar. —L – Déjame explicarte. No es lo que piensas.
Los músculos faciales de Zheng Wenting estaban tensos. Sus ojos, luciendo tormentosos hasta tal punto que podría arruinar fácilmente todo frente a él. —¿Eso hiciste o no? —soltó sin prestar atención a ninguna súplica que le presentaran.