—¿Podrías dejar de mirarme así, Tinming? Siento como si me estuvieras acusando con esos ojos —dijo cuando, a pesar de intentarlo, no pudo ignorar esas miradas de su marido.
—¿Acaso no estarás sintiendo que algo no está bien, Rui? Quizás sí te estoy acusando de algo que hiciste, algo muy fuera de tu carácter —dijo Shin Tinming, observando con calma a su mujer desde la cama. Aunque su postura parecía relajada, en lo profundo de sus ojos y su mente se sucedían varias reflexiones.
La mujer apretó los labios, mirando a su marido desde el espejo, y luego dijo:
—Tinming, por favor no empieces otra vez la misma discusión. Casi cada vez te doy las razones de mi afecto por esa niña y cada vez vienes a preguntarme lo mismo. ¿Acaso mis palabras se han vuelto tan difíciles de entender después de tantos años de matrimonio?