—¡Preciosa ahijada! —exclamó la Reina.
El mismo título era suficiente para que las personas conocieran bien la identidad de Li Xue. La Reina la ha llamado su ahijada, y además una preciosa.
Li Xue también se quedó sorprendida. Sus ojos se quedaron mirando fijamente a la dama que tiene el poder de gobernar el país, tanto con sus encantos como con su título monárquico. ¿Cuándo se convirtió en su ahijada? Su vida simplemente se estaba llenando de afortunadas sorpresas inesperadas.
La confusión sobre las cosas le arrugó el ceño, pero todo parecía calmarse cuando obtuvo un guiño de cálida seguridad de la mujer. Sentía que se estaba creando un vínculo especial entre ellas, pero de nuevo, no estaba segura de qué trataba todo eso.