Tomándose su tiempo con sus pasos, el anciano señor Han caminó lentamente hacia el final del corredor donde estaba su habitación. Por alguna razón desconocida, después de recibir el aire pesado del club de casino de abajo, se sentía un poco más cansado que antes. Sus extremidades se volvían tan pesadas que ya no tenía interés en moverlas.
—Ay, ¿por qué es tan agotador? Estaba bien antes —murmuró él mientras rebuscaba en su bolsillo para sacar su tarjeta de la habitación y abrir la puerta. Pero justo entonces sonó su teléfono, lo que lo llevó a contestar la llamada mientras presionaba la tarjeta sobre el sensor de la puerta. —Umm... Sí, no te preocupes. No estaré aquí por mucho tiempo, cariño. Mañana, tomando el vuelo volveré contigo. ¡Mwah! —dijo, halagando a alguna mujer en la llamada mientras giraba la perilla de la puerta y la empujaba para abrirla.