El aire en la habitación se sentía denso y sofocante para Yi Lan. Sus ojos iban y venían entre su padre y su hermano mientras ella oraba en silencio a sus estrellas para que terminara este mortal silencio y concediera algo de paz a su ansiosa alma. Aunque solo habían pasado unos minutos, se sentía como si años transcurrieran en cada minuto.
—Hermana Mayor, ¿cuánto continuará este silencio? Ya me siento como si estuviera al borde de perder toda mi cordura por la ansiedad —susurró Feng Yi Lan suavemente, inclinándose hacia el oído de Feng Yi Ran, pero sus sentidos racionales se debilitaban aún más cuando vio a su hermana girándose hacia ella con una expresión emocionada y una sonrisa intrigante.