Los nervios de Wen Sying ya estaban temblando de miedo por dentro y, encima de eso, las palabras de Li Xue no la estaban ayudando en absoluto.
Aunque siempre había mantenido una fachada de ser una buena hija frente a Liu Hua, la señora era todavía el primer logro que había obtenido frente a Li Xue. Lo mismo sucedía con Zheng Wenting. No había forma de que quisiera perderlas de su vida. Después de todo, ya era mejor tener una familia en la que apoyarse y un hombre económicamente estable con quien casarse.
Así que nunca arriesgaría que Li Xue confrontara a la señora.
Aunque sabía que Li Xue solo la estaba amenazando y que ella misma nunca revelaría las cosas a su supuesta madre, no estaba en posición de permitirse correr riesgos.
Bajo la provocadora mirada juguetona de la mujer en el espejo, Wen Sying rápidamente movió sus piernas hacia la salida, abriéndola de golpe para salir de la habitación y, como se esperaba de sus pensamientos, la anciana ya estaba en su búsqueda.
