Li Xue estaba toda avergonzada por sus propios pensamientos. ¿Cuándo y cómo se había convertido en una pervertida? Todo este tiempo estuvo pensando en algún momento romántico entre ella y el Señor Belcebú. ¿Cómo es que ni siquiera se preocupó por ver el otro lado de la moneda? ¿Se ha vuelto tan desesperada por todos estos largos años de soltería que al ver unas simples marcas rojas, presumió todas esas historias eróticas?
Se reprendió a sí misma internamente en una ola de bochorno, manteniendo los ojos cerrados. Incluso con los párpados entrecerrados podía sentir la sonrisa burlona del hombre en su dirección. Sintiendo tal mirada de él, realmente quería buscar una madriguera donde esconderse.
«Li Xue, te lo buscaste. ¿Quién te dijo que pensaras de otro modo? ¿Dónde perdiste tu mente inocente? Encuéntrala de vuelta y afronta la situación. Esto fue solo un malentendido normal y le puede pasar a cualquiera. No eres ninguna novedad», Li Xue se animó antes de abrir los ojos.
